El evento In memóriam Carlos Gaviria Díaz, en la biblioteca que lleva su nombre, fue el espacio para reiterar el inconmensurable amor que tuvo él para los libros. Su hijo Juan Carlos no dudó en considerar a la biblioteca personal de su padre, como su quinto o su primer hijo. El orden no lo sabremos.
Ese ritual de ir los sábados a la Librería Continental, a “mercar libros”, como lo calificó Julio González, docente de la Facultad, hizo parte de la cotidianidad familiar.
Clemencia y Julio se confesaron lectores clandestinos de muchos autores que no eran del gusto del profesor emérito de la Alma Mater; aunque también compartieron con él lecturas, autores, pensamientos y emociones, tanto académicas como literarias.
Rosseau y Kant fueron lecturas insustituibles para que el Derecho Positivo fuera conocido, explicado y apropiado por los estudiantes en el curso de Introducción al Derecho que dictó durante años.
Todos los que participaron en el conversatorio corroboraron esa idea de que la más grande biblioteca de Carlos Gaviria Díaz estuvo en su cabeza y no en los tres espacios físicos donde conservó los libros en Medellín y Bogotá. Esa, la de su mente siempre fue compartida a la hora de explicar el suceso más trascendental o ligero que haya hecho parte de alguna de sus conversaciones.
Frente a los miles de libros en físico, Juan Carlos, dijo de manera irresponsable como el mismo lo calificó, que en un alto porcentaje terminarán siendo parte de la Biblioteca de la Alma Mater.
Este encuentro, conmemorativo del primer año de la muerte del Maestro, donde además se entregó el libro In memóriam, fue organizado por la Rectoría, el Sistema de Bibliotecas y la Facultad de Derecho y Ciencias Politicas.
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