La constitución de 1991 abrió las posibilidades para avanzar en la igualdad y la inclusión

 



El trabajo persistente de las mujeres por la reivindicación de sus derechos y sus exigencias para alcanzar una igualdad de género han tomado más fuerza con el pasar de los años. Desde hace varias décadas los movimientos feministas han accedido a más espacios de participación en su proceso de reconocimiento como sujetos de derechos al igual que los hombres, en lo que la constitución de 1991 supuso un avance para tener una mayor participación e inclusión de las mujeres en la sociedad.



En 1957 se alcanzó el primer logro en la búsqueda de la equidad de género en Colombia con el voto femenino. A partir de ese hito las mujeres empezaron a abrirse campo en los espacios de toma de decisiones en el país con mucha resistencia ya que han sido los hombres quienes tradicionalmente los han ocupados todos en una sociedad donde predomina la exclusión.

Fue hasta la promulgación de la constitución de 1991 que se dio otro paso significativo en términos de igualdad de los seres humanos con el artículo 13, donde se consagra la igualdad en cuanto a los “derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”.

María Cristina Gómez, profesora de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UdeA explica que este artículo determina la no discriminación y que “al final va a tener una cláusula que la corte constitucional va a llamar la obligación de erradicar injusticias presentes”. Esto supone un avance pues la corte constitucional se ha basado en este artículo para proferir sentencias que buscan erradicar las violencias basadas en el género.

Gómez hizo parte del movimiento estudiantil de la Séptima papeleta que tuvo como resultado la Asamblea Nacional Constituyente. En 1989 era profesora auxiliar en la Universidad Pontifica Bolivariana y desde Medellín apoyó el movimiento mediante la promoción de la votación para la constituyente, la difusión de información sobre la misma y la entrega de las papeletas. Ella cuenta que ese fue el trabajo de las mujeres, que se dio de manera muy espontánea y la dirección fue liderada por los hombres.

Si bien en la Asamblea Nacional Constituyente solo participaron cuatro mujeres: María Teresa Garcés Garcés, Aída Avella, María Mercedes Carranza y María Helena Herrán lo que representa al 5.2% de los representantes, el movimiento de la séptima papeleta contó con la participación de hombres y mujeres. Y esta relación en cuanto a proporción de hombres y mujeres en la asamblea da cuenta de la brecha de género que existía en el momento.

Al día de hoy el porcentaje de mujeres en el Congreso no supera el 22%, así que la equidad de género en los cargos públicos es y seguirá siendo un reto para Colombia.

Gómez afirma que las discusiones que había entre los grupos estudiantiles en Antioquia en el momento para generar propuestas a la Asamblea Nacional Constituyente se centraban en “fundar una nueva democracia, una más participativa con garantías de los derechos fundamentales. Era más una reivindicación de los derechos fundamentales sin el concepto de género”. Esas reivindicaciones se hicieron posibles después de la promulgación e la constitución de 1991.

Uno de los temas claves que se desprende del artículo 13 de la constitución es el de la no discriminación basada en el género. Otros como los artículos 53 y 43 protegen a la mujer en el ámbito laboral y buscan que no haya una discriminación a las mujeres y sean protegidas durante el embarazo.

La profesora Gómez sostiene que de la constitución de 1991 se deriva “la protección de la mujer cabeza de familia como central para la sociedad, sobre todo entendiendo que la mujer es el centro de la sociedad, la que va a mantener la familia, pero también se va a determinar que ninguna regulación del Estado puede diferenciar de manera irrazonable a las mujeres frente a los hombres”

Otro elemento que se destaca es el de la interpretación de la Corte Constitucional sobre el reconocimiento de los derechos sexuales reproductivos de la mujer con las tres causales para la interrupción voluntaria del embarazo. Este es un tema que seguirá siendo latente porque algunos consideran que el aborto debe ser un derecho propio de la mujer.

Las reflexiones, esfuerzos y reivindicaciones que las mujeres han hecho las mujeres a través de la historia han llevado a cambios y modificaciones en la sociedad. Por décadas han reivindicado el derecho a la vida, al ejercicio pleno de la ciudadanía, a la libertad y a una vida digna lo que las ha llevado a ocupar más espacios y fortalecer la democracia.

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