Últimos meses del gobierno de Iván Duque Márquez


Por: Rafael Rubiano Muñoz, Doctor en Ciencias Sociales (Flacso-Argentina), profesor titular UdeA

«... la gobernanza y el buen gobierno, la dirección empleada por Duque como soberano perdió todos los rumbos o todas las orientaciones, mejor dicho no hubo realmente dirección, fue la política de la improvisación y quien ejerció con decisiones, intervenciones equívocas e incompetentes...»

Últimos meses del gobierno de Iván Duque Márquez. Del declive a la desazón, del abuso de la mentira política a la defraudación.
En algunos de los capítulos que conforman la obra El Príncipe de Maquiavelo, independiente de la manera como se le haya interpretado a lo largo del tiempo, la obra ofrece una variedad de reflexiones sobre el hacer y el pensar de la política (y lo político) que sin duda cualquier lector con cierta imaginación y creatividad podrá emplear como un instrumento adecuado para hacer análisis no solamente de la política, sino también, análisis de coyuntura, porque se ocupa, primordialmente, con un entorno (la Italia fraccionada en los albores del Renacimiento) y los acuciantes problemas de la unidad nacional de ese territorio, el desafío de consolidar una República democrática.

El libro no es un manual, menos como se pretendió encasillarlo, un instrumento estricta y unilateralmente para el ejercicio de los estadistas o los soberanos. Quien lea responsablemente y con cuidado esta obra, sabe que es importante haber leído La Divina Comedia (Dante), pero sobre todo haber descifrado con solvencia la época europea e italiana de 1500, a unos años del Descubrimiento de América (1492) y en pleno auge de la modernidad del Renacimiento. El libro exige conocer con solidez histórica el papel político de la Iglesia Romana de esos años, saber ¿Cómo se constituyeron y cómo se desenvolvieron las monarquías española y francesa? Además, es forzoso como lo hace notar Marcel Brion, en la biografía que dedica a Maquiavelo (1469-1527) conocer el rol de Savoranola y ante todo reconstruir las historias de las casas dinásticas de los Borgia y de los Medici.

Quienes simplifican la lectura de esa audaz obra del diplomático y del analista político de Florencia, es notorio que lo hacen por deficiencias o por déficits (comunes y corrientes en nuestros ambientes enclaustrados de la mal llamada educación superior) y es porque no cuentan ni con el interés, ni con la capacidad y menos con las herramientas adecuadas para poder enriquecer dichas lecturas. Es más, sin esas capacidades, toda lectura en el aula, se convierte en dogma o artículo de fe religioso, así son muchos de los profesores (y profesoras) disfrazados de profetas o de demagogos diría Max Weber quienes hoy dominan, dirigen y administran los bloques de cemento de la Universidad de Antioquia.

Con una perspectiva humana o si se quiere con mucha perspicacia analítica Maquiavelo escudriña psicológicamente (desde una mirada individual y colectiva) la acción política de una época, los modos de pensamiento de unas familias (Medici y Borgia), las maneras en que ejercieron la dominación política, algunas veces, los modos en que perdieron el poder y decayeron como gobernantes, y junto a esas poderosas familias, analizó la mentalidad popular de las variadas regiones italianas.

¿Cómo consigue el soberano el amor del pueblo? ¿Cómo evitar el odio del pueblo? Son dos interrogantes vitales de la obra. El pensador florentino captó con interrogación esa época en Italia, al preguntarse: ¿Es posible la República (la unidad entorno a lo público, a lo político)? en sociedades que están constituidas en medio de territorios divididos, fragmentados, segregados y disputados por pequeños reinos, por mercenarios, por soberanos circunstanciales, por gobernantes elegidos a dedo, dadas sus relaciones familiares?
En Maquiavelo hay asuntos de reflexión de una actualidad asombrosa. Por ejemplo, a veces se elegía un gobernante que no era tenido como un real líder, menos como un personaje leal sino como un enemigo, y se le elegía o se le colocaba en el poder, en el trono o se le coronaba (no por sus capacidades personales o por su liderazgo), sino por su incapacidad o por su ineficiencia en el gobernar, ya que con ello, se desprestigiaba a un partido, a una casta, a una familia o a una ideal político. ¿acaso es actual esa aguda reflexión del florentino?
Si bien, esta obra clásica buscó entender la época del Renacimiento italiano y en parte reflexionar sobre el papel que en esos años tuvieron los imperios, reflexiona también sobre ¿Qué es la República democrática y su contrario el despotismo monárquico o personal? y propone recomendaciones para analizar la anarquía que produce la guerra y la agitación social que ella (las contiendas bélicas) generan en territorios desvencijados y fragmentados, que son disputados a cada momento por armados y poderosos circunstanciales. Los aportes y sus objetivos van más allá, porque página tras página, El Príncipe, contiene algunos asuntos que son capitales hoy y que son del diario acontecer de la coyuntura política de Colombia y del mundo.
El libro publicado en 1532, más allá de las interpretaciones de Fichte, Voltaire, Bonaparte o de Skinner en la contemporaneidad, pese a sus detractores o defensores irracionales, es un impreso abierto, que leyéndolo en este 2021, nos aporta para construir reflexiones adecuadas y análisis pertinentes de nuestra sociedad política. La corrupción (que tanto alarde se hace hoy con investigaciones, datos y publicidad periodística), las alianzas políticas y las coaliciones, la ambición y la manipulación son comprensibles con mayor hondura y claridad en esa obra, que en las decenas de publicaciones que hoy adquieren notoriedad por su fastuosidad o por su impacto farandulero. ¿Es la corrupción un problema del soberano? ¿Cómo se coligue la corrupción entre gobernantes y gobernados?
En los veintiséis capítulos que componen la obra, Maquiavelo se enfoca no solamente a reflexionar sobre el mantenimiento del poder y la dominación, también se ocupa con asuntos tales como la ruina de los mandatarios, sus equívocos en la manera de gobernar, de igual forma se orienta al odio y el amor del pueblo, las recompensas y los castigos, el ejercicio de la guerra, la violencia, la conciliación y el consenso, las alianzas y la conspiración, la fortuna (no entendida como riqueza sino como la capacidad de acertar en las decisiones políticas en momentos de crisis, es decir, buen gobierno y buen gobernantes es aquel que tiene olfato político, no oportunismo) y las malas decisiones, los equívocos de los soberanos y de los gobernados, el honor, la gloria y la buena y correcta política, o la mala y la ineficacia de lo político, incluidos la errada elección de la burocracia (funcionarios públicos ineptos e incompetentes). ¿Cómo se parece hoy a Colombia? La mala diplomacia, las fronteras porosas y un soberano que en sus decisiones y alocuciones no hizo sino abusar de la mentira y de la desinformación, y tener la cara dura de dirigirse al país como si nada pasara, asoman relatados en la obra de Maquiavelo.
En fin, el libro es una cantera de los temas y problemas que constituye la agenda de la ciencia política contemporánea. A propósito del gobierno Iván Márquez (no es un apellido ajeno a aquellos otros apellidos rancios que figuran en nuestro tiempo y que vienen del siglo XIX en el país), si los ojos de Maquiavelo se posaran de 2018 a 2022, y si se hiciera un balance de este gobernante que ha regido el país y que entregará el solio presidencial el próximo 7 de agosto de 2022, los posibles capítulos que habrían que añadir serían (respetando obviamente la grandeza de Maquiavelo), declive y decadencia de la política; desazón y desesperanza de lo público; las metamorfosis de los abusos de la política, la mentira en la política y sus usos sociales y otros más como la incompetencia del soberano, liderazgo de pasarelas o espectáculos, como algunos esenciales para reflexionar.
Sin duda, más allá de la detracción de Duque en redes, lo principal a la luz de Maquiavelo de este soberano y gobernante, es su espurio liderazgo y su incompetencia de gobernabilidad, que tuvo que suturar mediante alianzas quebradizas en el congreso, empañadas por los escándalos de corrupción y malos manejos, el fracaso en todos los frentes de las garantías, derechos humanos (asesinatos sucesivos de líderes y lideresas sociales, de los reinsertados de las Farc y de otros sectores poblacionales del país, Afros, indígenas y campesinos específicamente en el norte, sur y oriente del país). Y lo más horroroso, siguen los montajes políticos mediáticos, la captura de Otoniel, como se presentó fue espantosa.
El fracaso económico en la coyuntura de este gobierno se puede apreciar en el manejo descarado, abusivo y abrupto en relación con la disputa entre pandemia vs mercado. ¿Qué decir del día sin IVA? Muchos desaciertos, restricciones, manipulación, falsa información, falta de transparencia y de políticas públicas al respecto, pincelaron lo más representativo del gobierno Duque, esto es, el infortunio (la falta de fortuna) de olfato político, a lo que se añade los índices altos de pobreza, desigualdad, vulneración en la capacidad alimentaria de la población, el desempleo y una contención del descontento social mediante el abuso del poder policial del Estado.
En lo referente a las políticas sociales preferiblemente en la salud y en la educación ya ni es estrepitoso, ni escandaloso lo referente a esos campos, la vulneración y la corrupción, sin políticas públicas claras y transparentes fueron el pan de cada día y lo serán en los próximos años con un discurso adobado en la economía naranja y la 5ª revolución industrial (más alardeada que estudiada con seriedad en nuestros medios universitarios). Los equívocos de Duque con relación a las líneas fronterizas con países como Ecuador y Venezuela, el tratamiento propagandístico con los migrantes (ni siquiera con dignidad humana, seguro Duque dirá que Pico della Mirandola es un cantante de Reguetón). El descalabro en el derecho internacional es rotundo, lo que significa que el declive y de la desazón de este gobierno en casi cuatro años es inobjetable.
Es sino contrastar la información oficial con la de diarios, revistas y la información de ONGS y algunos medios impresos o digitales independientes para recabar qué en relación a la gobernanza y el buen gobierno, la dirección empleada por Duque como soberano perdió todos los rumbos o todas las orientaciones, mejor dicho no hubo realmente dirección, fue la política de la improvisación y quien ejerció con decisiones, intervenciones equívocas e incompetentes.
Al revisar la historia política de Colombia desde el 6 de mayo de 1821 cuando se inauguró la constituyente en la Villa del Rosario de Cúcuta que nos dio nacimiento como país hace doscientos años, no es de extrañar que algunos liderazgos emergentes (como el de Duque) y algunos gobernantes locales, regionales y nacionales del país, no solamente por su falta de formación, lectura, cultura e ilustración, siguen en el empantanado medio de los problemas políticos inconclusos de nuestra nación y hasta el día de hoy examinándolos en su pensamiento y en su accionar, no son sino arlequines y figuras repetitivas de un territorio que en dos siglos no sale de su espiral de intolerancia, polarización y extremismo, pero ante todo, de la espiral de incompetentes e incapaces gobernantes y gobernados.
Leyendo Maquiavelo lo que dejó Duque fue más asuntos políticos irresueltos (más nudos políticos), un país con unos niveles de corrupción que ya no están en los justos términos como lo expresó Turbay Ayala y lo que se avecina es un proceso electoral turbio, más polarizado, donde si los candidatos fueran serios y éticos y también los periodistas y los medios de comunicación, a los aspirantes al solio presidencial se les debería preguntar ¿Con toda honestidad y sinceridad (si pueden) díganos ¿Qué problemas del país considera usted no podrá resolver en su aspiración al gobierno y no nos hable de promesas y de una política mesiánica? Y así podríamos empezar con esa franqueza, repensar y delinear realmente una cultura política de gobernantes y ciudadanos más democrática en el país, pues, si los candidatos comienzan por dejar de ser profetas y demagogos, posiblemente logremos después de 200 años, una república democrática, perfecta no, pero sí menos errada, y que no derive en el declive, la desazón, la mentira y la defraudación. ¿A quién le servirá como capital en el proceso electoral la incompetencia y la ingobernabilidad de Duque en el 2022?

Notas:

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