La palabra “cacique” fue usada en principio por los conquistadores españoles para nombrar al jefe político o persona con poder de un grupo de los pueblos originarios de América. La evolución de este término ha llevado a que desde mediados del siglo XX se haya empezado a usar para quienes usan el poder para manipular y controlar la política local a través de la repartición contratos y favores personales.

Esta figura fue estudiada por Leydi Angélica Yela García, politóloga de la Facultad, quien a través del grupo Poder y nuevas subjetividades: otros lugares de lo político, realizó la investigación Élites en la costa Caribe colombiana: el caso de los caciques políticos del Atlántico que tuvo como objeto aproximarse a las condiciones de posibilidad de la existencia de los cacicazgos en el departamento del Atlántico a través de actores clave que participaran dentro de las dinámicas cotidianas del ejercicio del poder de los agentes que componen dichos cacicazgos.

Los cacicazgos, explica Leydi, “encuentran en el control de los recursos estratégicos la principal fuente de su financiación y subsistencia. En las familias que se estudian, por ejemplo, se tiene que buena parte de esta financiación depende de la capacidad de dichos cacicazgos para monopolizar la contratación estatal. La intermediación política se sigue de la presencia prolongada de algún miembro de la familia en la escena política del país o de la región; es decir, al interior de las distintas corporaciones públicas como el Congreso Nacional, lo que les permite una comunicación fluida con el poder central”.

Más específicamente, para el caso de la costa caribe colombiana, “la acepción cacique encuentra mayor simetría y congruencia cultural” puesto que esa era la única manera de referirse a ese grupo de poder en donde existe un cacique distinguible.

Las familias estudiadas fueron: Char, Gerlein y Name y los resultados permitieron “relacionar una serie de actores que, dado el trabajo en campo, se pudo establecer como claves en el entramado de poder de los caciques en el Departamento del Atlántico; en el mismo sentido, permitió aproximarse a la naturaleza de las relaciones entre actores y agentes propios de los cacicazgos. Permitió estructurar la composición de los cacicazgos en sus diferentes tipo de relaciones en anillos de confianza diferenciados; y, en general, plantea un panorama sobre las condiciones relacionales y estructurales que en los cacicazgos actuales están presentes”.

La investigadora resalta, sobre todo, la oportunidad de hacer trabajo de campo pues aporta la posibilidad de aplicar las herramientas metodológicas para realizar una investigación propia y estar cerca a las personas que en su diario vivir perviven con en la academia se observamos desde el lente teórico.

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