Por: Julián Andrés Muñoz Tejada, profesor Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.
Hasta hace poco, el panorama político en el país hacía pensar que estábamos, al fin, hablando de otras cosas: de lucha contra corrupción, de más inversión para las universidades públicas, de claridades sobre Odebrecht y sus posibles vínculos con importantes banqueros y hasta con el Fiscal General. Era como si los tiempos de la seguridad, del tipo que fuera -nacional, ciudadana, democrática- hubiesen quedado atrás.
Claro, se hablaba de grupos armados vinculados al negocio del narcotráfico y de disidencias de la ex guerrilla de las Farc, pero estas últimas cuestiones, apenas si llamaban la atención de los reflectores. Sin embargo, por cuenta de dos episodios dimos marcha atrás y nuevamente la seguridad volvió a ser el tema.
Por un lado, el atentado con bomba ELN en la Escuela de Cadetes y que posibilitó al Gobierno romper los diálogos que sostenía el Estado colombiano con el Eln; y, por otro, la situación en Venezuela. Aunque ambos hechos fueron relevantes para variar la agenda política, y posibilitar que habláramos nuevamente de seguridad, en esta oportunidad me referiré al segundo.
La seguridad se puede entender de diversas maneras. Williams, por ejemplo, (2008: 2) afirma que es una poderosa herramienta política que permite a los gobiernos priorizar algunas situaciones, y construir en torno a ellas problemas de seguridad. Esto posibilita configurar audiencias y movilizar recursos para hacerle frente a aquello que se defina en un momento determinado como amenaza de seguridad. En otras palabras, los problemas de seguridad no son hechos naturales. Como ocurre con los delitos, son el resultado de construcciones políticas.
Pues bien, la más reciente Política de Seguridad y Defensa Nacional que se dio a conocer hace pocas semanas, sugiere que la situación en Venezuela constituye una amenaza a nuestra seguridad nacional. Veamos por qué. Al referirse a las amenazas externas, el documento Política de Defensa y Seguridad, expresa que: “A nivel internacional, (...)
También sobresalen los regímenes no democráticos, las crisis humanitarias y la migración masiva irregular, la injerencia de potencias ajenas al hemisferio, el patrocinio y tolerancia estatal con organizaciones terroristas y de narcotráfico en la región y la pretensión de despojar al país del territorio; todos ellos factores que afectan la seguridad nacional”(Ministerio de Defensa Nacional, 2019: 28-29).
El apartado transcrito nos muestra en términos de amenaza a la seguridad nacional lo que a diario enfatizan medios de comunicación e influyentes personajes en sus redes sociales sobre la situación en Venezuela:
- que se trata de un régimen de tipo dictatorial -por ello, se habla insitentemente de Nicolás Maduro como dictador y recientemente
como usurpador-,
- que potencias ajenas al hemisferio patrocinan dicho régimen -es curioso que el documento no hable de las potencias que en efecto ya ejercen influencia dentro del hemisferio, como si ellas no pudieran llegar a configurar amenazas a la seguridad nacional-,
- que constituye una crisis humanitaria -de ahí la necesidad de llevar ayuda “humanitaria”-,
- que ha hecho de Colombia un receptor masivo de migrantes,
- y claro, que en territorio venezolano se patrocina y tolera la
presencia de grupos armados como el ELN.
Así las cosas, lo que ocurre en Venezuela puede ser leído como una amenaza a la seguridad nacional para Colombia. Esta puede ser una interpretación que dramatiza en exceso la gravedad de lo que ocurre, pero también cabría suponer que el inusual liderazgo del presidente Duque tanto en el páis como en la región obedece no sólo a un azar -derivado del deterioro de las condiciones económicas, sociales y políticas en el país vecino-, también responde a una situación más o menos planeada, si
tenemos en cuenta que el referido documento de política se da a conoer justo cuando la estrategia de aislamiento a Venezuela toma más fuerza en el hemisferio.
Por tanto, si asumimos que la situación en Venezuela ya fue definida como una amenaza a la seguridad nacional, cabría preguntar: ¿para qué se define de esa manera?, ¿Cómo se enfrentará?. Dicho de otra manera, ¿qué se busca en realidad al definir dicha situación como problema de seguridad?, ¿cuáles serán las estrategias para enfrentar dicha amenaza?, ¿se han calculado las limitaciones del tan mencionado “cerco diplomático”?
Ministerio de Defensa Nacional. (2019). Política de Defensa y Seguridad, Bogotá. Williams (2008). “Security studies. An introduction”,
En: Security Studies. An introduction (págs. 1-12), New York: Routledge.
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